EL INTRUSO
Últimamente, la joven mujer había adquirido un comportamiento extraño,
que llevó a sus padres a creer que había
sido poseída por un ser del espacio.
La joven, en edad de merecer, había tenido ya los
primeros amoríos y súbitamente había cambiado su tranquilo temperamento por el
mayor de los rebeldes, aunque propio de la época que transcurría, la
adolescencia, donde generalmente la
conducta sufre los efectos de un terremoto. Pero aquí el caso iba mucho más
allá. Precisamente, la conducta de Juliana había degenerado en un comportamiento
de tipo paranormal, al parecer, desde que la misma relató que una luz intensa y
silenciosa había ingresado a su dormitorio una noche del último verano.
Entre sus manifestaciones, la ira y la violencia, habían
terminado con todo lo que sometido a
impactos podía destruirse, casi nada intacto quedaba en su habitación, hasta
que el padre para impedir que el mal se propagara a toda la vivienda, la amarró con una cuerda al soporte
de su cama y allí transcurría Juliana sus días de espera, alternando entre la
ira y la depresión más profunda.
Pasaban los meses y sus padres apesadumbrados, habían
resuelto que Juliana tendría el ser cosmogénico allí en su propia casa y su
padre lo destruiría sin más una vez que haya visto la luz; todo estaba
preparado para cuando el momento lo
indique. Por otra parte, los 9 meses de
gestación podían ser diferentes en este caso, tal vez, menos, o diez o quince, quién podría saberlo. El único hecho
concreto y real era que el vientre de Juliana crecía más y más cada día y que a oído simple, se podían percibir los latidos cardíacos del
nuevo ser o demonio que se engendraba. Él ser, sin duda, estaba vivo y
dispuesto a nacer, contrariando los
conjuros de su padre y los métodos abortivos que ensayo su madre con compasión
y vergüenza.
Avergonzados y sin saber que hacer, ante la
blasfema, los vómitos y el inminente nacimiento convocaron al cura de la capilla cercana,
que asombrado ante el testimonio y luego la evidencia, creyó estar ante un caso claro de posesión demoníaca, al juzgar por el tratamiento que recibió de
la joven.
-Dime Juliana- interrogó el cura. ¿Estás segura
que un ser llegado del espacio tomó tu
cuerpo aquella noche en tu dormitorio?.
La respuesta de Juliana fue tal que un par de discos CD
brillantes salieran volando en dirección
al cuello del padre, pero a la distancia de 10 cm . éstos se
detuvieron en el aire, como si la ley de
la gravitación universal hubiera sido anulada por un instante.
El cura palideceó y, haciendo coraje, agregó.
-¡No te preocupes hija, sé con quién estoy luchando!! trata de responder las preguntas, son fundamentales para que
pueda ayudarte.
Juliana lo miraba fijamente, sin poder evitar que una espuma blanca saliera por los intersticios
de sus labios. Entonces el cura prosiguió con su extraña requisitoria:
.-Dime Juliana, ¿recuerdas cómo era?; ¿qué forma tenía?,
¿era humano, animal, marciano?; ¿cómo era su rostro, sus ojos, sus manos??
Juliana, no abrió la boca, pero caminó por la pared y
se pegó al techo, justo en el vértice.
Ahora el Padre, dejó de lado la posición de seguridad
que ofrecía al impostor y su rostro
reflejó el miedo en toda su expresión. No obstante, disparó la tercera y última
de las preguntas:
-Dime hija, ¿él ente llegó a poseerte, a tomar tus
carnes?. -No quisiera avergonzarte,
balbuceó; ¡pero debo saber con precisión
que ha ocurrido entre él y tu cuerpo!
-La última respuesta de juliana, fue concluyente para
el Padre, que se proyectó a la pared
libre de en frente y tomó la posición de cristo clavado en la cruz. Allí estuvo
por unos segundos, crucificado a unos 50 centímetros del
suelo. Luego, cayó violentamente al piso, entonces, pudo incorporarse y sin
decir palabras buscó la puerta por donde
había ingresado y huyó despavorido.
Poco después y rompiendo el juramento de no mencionar
el caso, recurrió a la policía y la misma, luego de ver como todo volaba dentro
de aquella casa derivó el caso al
hospital local, y recurrió a casos
Especiales o X.
Juliana debió ser reducida por todo el personal policial y paramédico del lugar, y después de una increíble batalla propia de las películas de ciencia ficción
fue sedada, para ser trasladada al nosocomio.
El cuerpo médico puesto al día de los pormenores,
decidió hacer una cesárea de urgencia debido
a lo confuso del diagnóstico y el avance de la gestación que superaba
los parámetros normales de crecimiento,
a punto de desgarrar el abdomen de la joven
Juliana.
Eran las dos de la madrugada cuando, Edison, inspector
del departamento X ingresó a la
clínica, y se sumó a la junta de profesionales reunida de emergencia en medio de la noche y
del espanto.
Los médicos le
presentaron al cura, que brevemente relató lo
acontecido en la vivienda de la joven, manifestando que el raro comportamiento de la misma era
un caso más de posesión diabólica, y lo que el abdomen mostraba, no era
sino, el mismísimo demonio, que había
que extraer siguiendo los principios que el Vaticano recomendaba.
Los médicos miraron a Edisón, como diciendo con la señal,
que trate de explicar que está ocurriendo aquí, para que ellos, luego, puedan proceder con seguridad.
Ya que la situación, para nada cómoda, ya que no sabían si estaban ante un caso
de posesión demonial, como indicaba la iglesia o algún otro tipo de
fenómeno que fuera más allá de la
psicología o se trate, como intuían, de un simple caso de enfermedad mental esquizofrénica. propia de la psiquiatría; pero el punto era el vientre de
juliana, y la posibilidad de estar ante
un ente desconocido cuyas características
e implicancias, eran imprevisibles.
Edison, manifestó a los desconcertados facultativos que por los datos aportados por sus
padres y el cura, se trataba
de un caso de mente acorralada, que
pulsa energía descomunal; que se manifiesta de varias formas, desde
simple visión futura hasta fuerza física
descomunal, no es nada más que eso , canalización de energías no
procesadas correctamente ante una situación estresante límite, como parecía ser
el caso. Por otra parte, lo del abdomen era innegable que allí se encontraba un
volumen orgánico; pero sería conveniente la opinión del cirujano y del obstetra
quiénes se encargarían de la cesárea, para la cual preparaban a la paciente.
Hemos tenido
conocimiento de nacimientos deformes , biséfalos, macrocefálicos,
microcefálicos, varios brazos o piernas,
gemelos siameses y muchos otros casos, hasta leídos en los manuales versiones
extremas , como las historia médicas del
Dr.Clauberg que embarazaba mujeres con esperma de animales y del propio, para
luego viseccionar los abdómenes y
rápidamente realizar autopsias a los
engendros ocasionados. Pero, nada más allá de aquel espanto.
Poco después y con la autorización de los padres,
juliana fue intervenida.
Los minutos
parecían relajados a años y la inquietud se apoderó del quirófano, excluido a
todo personal que no fuera médico, por un problema de seguridad y asepsia.
Finalmente, llegó el silencio. Nadie se atrevía a
ingresar al mismo, pues, el personal se había percatado de la quietud que flotaba en el perímetro y la
posibilidad de que existiera allí un
ente extraño o un ser humanoide recién nacido, quién sabe con que
características; aunque las puertas del mismo permanecían sin cerrojo y nada se
movía en el cuadrilátero aséptico.
Transcurrió una hora. Edison, rebatió las blancas puertas y la patética escena apareció como en la
pantalla de una película de terror, donde los dos obstetras y la enfermera instrumentista,
habían sucumbidos bajo profundos cortes del instrumental propio;
pinzas, agujas, escalpelo y bisturí,
entre otros, yacían esparcidos por la
sala enrojecida. Sin vida, o agonizando
a los pies de la mesa de operaciones, el especializado personal de cirugía.
La paciente, en estado desesperante, había perdido
demasiada sangre y ahora ya sin fuerzas no pudo realizar un nuevo ataque, o
quizás, defensa.
Adyacente, sobre una pequeña mesita yacía el cuerpo
del intruso, que activó los poderes psíquicos de Juliana. Un gran tumor benigno
de útero, muy frecuente, conocido como fibroma. Los mismos suelen ser
gigantescos y manifestar pulsaciones de su nutrido e intrincado sistema circulatorio que lo confunde con un ser vivo.
Hugo Peyrachia.
De :”Enigmas”.Exp.X.—
Reservados todos los derechos.
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