Los colonos habían llegado al mundo que los vio nacer desde Marte, por error y lo ignoraban. Quizás, había transcurrido demasiado tiempo.
Eran dos mujeres y dos hombres, todos macrocefálicos, que se miraban entre sí estupefactos.
En el centro del estrado, el juez, de pelo gris y largos bigotes se incorporó al mismo y dijo:
-Cómo representantes de nuestros ancestros, este tribunal terráqueo ha resuelto hacerlos responsables de los siguientes cargos: Esclavitud y explotación hasta el exhausto, torturas sistemáticas e innecesarias. Asesinatos indiscriminados, violación del derecho a la vida, inmoralidad biológica y maltratos arbitrarios, más el agravante de haber contaminado el planeta hasta hacerlo incompatible con la vida, producto de la ignorancia y la ambición desmedida de generaciones enteras equivocadas en el modelo socioeconómico, cuyos ejes, el materialismo, el deseo de poder, la competencia social y nacional en función del desarrollo y la modernización, en manos de una tecnología incontrolable llevaron en apenas siglos, a la guerra bacterioquímica y finalmente, nuclear.
De ese invierno renació nuestra civilización, tal cómo lo hicieron nuestros y vuestros antepasados, los mamíferos hace unos 70 millones de años, tras la extinción de los grandes saurios.
Prosiguió: ¿Cómo es posible, humanos Martícolas, que vuestra especie racional e inteligente no atendiera las alarmas tempranas, como derrames de petróleo, escapes radiactivos, disminución de la capa de ozono y el recalentamiento global; que terminó alterando el clima del planeta y desde allí a la mega crisis alimentaria y sanitaria sin precedentes que no pudieron contener, siento el principio del fin de la raza humana en la tierra.
La condena llegó rápidamente y sin ninguna posibilidad de apelación. Camino a la hoguera, los infortunados colonos llegados desde Marte, pudieron contemplar el mundo que habían abandonado, tal cómo había sido a la altura de la edad media a fines del siglo XIII.
Gigantes múridos lo habitaban ahora, habían evolucionado increíblemente rápido. Producto de nuestra negligencia y a pesar de estar constituidos con la misma materia y una secuencia genética nada lejana. Fueron impiadosos, implacables, cómo lo habían sido ellos con sus cohabitantes los animales, cuando reinaban en el planeta.
Para los Martícolas, resultó decepcionante ver como aquella formidable carrera tecnológica que les permitió abandonar la tierra y colonizar otro mundo, en realidad, había fracasado rotundamente; comprendiendo la razón de la extinción humana en la tierra.
En el camino a la muerte, observaron como ortópteros agigantados eran utilizados por los Múridos como elementos de carga y consumo.
Relato de Ficción perteneciente al libro de Hugo Peyrachia-"La Ruta del Elefante"-2010- Publicado por primera vez en: "Perfiles & Protagonistas"-Nº 33-Marzo de 1999-TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.