martes, 22 de enero de 2013

LOS COLONOS



LOS COLONOS.


Los colonos habían llegado al mundo que los vio nacer desde Marte, por error  y lo ignoraban. Quizás, había transcurrido demasiado tiempo.
Eran dos mujeres y dos hombres, todos macrocefálicos, que se miraban entre sí estupefactos.
En el centro del estrado, el juez, de pelo gris y largos bigotes se incorporó al mismo y dijo:
-Cómo representantes de nuestros ancestros, este tribunal terráqueo ha resuelto hacerlos responsables  de los siguientes cargos:  Esclavitud y explotación hasta el exhausto, torturas sistemáticas e innecesarias. Asesinatos  indiscriminados, violación del derecho a la vida, inmoralidad biológica y maltratos arbitrarios, más el agravante de haber contaminado el planeta hasta hacerlo incompatible con la vida, producto de la ignorancia  y la ambición desmedida de generaciones enteras equivocadas en el modelo socioeconómico, cuyos ejes, el materialismo, el deseo de poder, la competencia social y nacional en función del desarrollo y la modernización, en manos de una tecnología incontrolable  llevaron en  apenas siglos, a la guerra bacterioquímica y finalmente, nuclear.
De ese invierno renació nuestra civilización, tal cómo lo hicieron nuestros  y vuestros antepasados, los mamíferos hace unos 70 millones de años, tras  la extinción de los grandes saurios.
Prosiguió: ¿Cómo es posible, humanos Martícolas, que vuestra especie racional e inteligente no atendiera las alarmas tempranas, como derrames de petróleo, escapes radiactivos, disminución de la capa de ozono y el recalentamiento global; que terminó  alterando el clima del planeta y desde allí a la mega crisis alimentaria y sanitaria sin precedentes que no pudieron contener, siento el principio del fin de la raza humana en la tierra.
La condena llegó rápidamente y sin ninguna posibilidad de apelación. Camino a la hoguera, los infortunados colonos   llegados desde Marte, pudieron contemplar el  mundo que habían abandonado,  tal cómo había sido a la altura  de  la edad media a fines del  siglo XIII.
Gigantes múridos lo habitaban ahora, habían evolucionado increíblemente rápido. Producto de nuestra negligencia y a pesar de estar constituidos con la misma materia y una secuencia  genética nada lejana. Fueron impiadosos, implacables, cómo lo habían sido ellos con sus cohabitantes los animales,  cuando reinaban en  el planeta.
Para los Martícolas, resultó decepcionante ver como aquella formidable carrera tecnológica que les permitió abandonar la tierra y colonizar otro mundo, en realidad, había fracasado rotundamente; comprendiendo la razón de la extinción humana en la tierra.
En el camino a la muerte, observaron como ortópteros agigantados eran utilizados  por los Múridos como elementos de carga y consumo.


Relato de Ficción perteneciente al libro de Hugo Peyrachia-"La Ruta del Elefante"-2010- Publicado por primera vez en: "Perfiles & Protagonistas"-Nº 33-Marzo de 1999-TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

viernes, 11 de enero de 2013

EL CLON


                     



                       EL CLON                   
                                    

Los diarios en la web propagaron a toda velocidad la noticia. Había nacido   el primer clon  avalado por un estado oficial.
Aquel estado,  toda una potencia para la época, era el paradigma democrático del mundo, para algunos el bien, que  de vez en cuando tenía momentos retrógrados y entonces su afán imperialista salía a la superficie.
Quizás éste, haya sido uno de esos momentos.
Hasta el presente la clonación humana había sido prohibida por el derecho internacional, pero la posibilidad cierta de que los estados del otro medio mundo (ejes del mal, a decir del primero) pudieran sacar ventajas de tal tecnología, decidieron, aprobar el proyecto y  blanquear los experimentos que venían desarrollándose desde hacía  tiempo. Así fue,  que quedó permitido lo que la ley internacional prohibió por una cuestión ética durante años.
El núcleo de una célula de tejido óseo de un reconocido político asesinado en la década del sesenta, fue elegido tras un riguroso trabajo de selección; donde los requisitos excluían a cientos de posibles candidatos. 
Sus genes, lo reproducirían exactamente, no así su parte cognoscitiva e intelectual, que el mismo estado se encargaría de formar y controlar.
La madre portadora, sería una mujer de 20 años, blanca, escogida  entre miles de voluntarias.                                                                                         
Parte del mundo protestó por todos los medios, aún en los foros internacionales, pero el estado creador utilizó su poder de veto, neutralizando las críticas y razones.
Los sectores “anticlonación”, argumentaron que el mundo ya había visto un intento de crear una raza superior en la primera  mitad de siglo xx.  Adolfo Hitler, hacedor de un estado totalitario, tomó del filósofo Nietzsche que el hombre superior o superhombre era posible, en tanto fuese impetuoso, impío y ateo. Así fue cómo a los alemanes se les inculcó la superioridad racial.
Luego, enarbolando la ley natural del más fuerte podría conquistar el mundo.  Sectores sociales considerados inferiores, grupos étnicos, religiosos, minorías, fueron eliminados sistemáticamente.

VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS.

El clon, salía de la Universidad enriquecido con las disciplinas más diversas; leyes, ciencias, artes, idiomas; como si se tratara de un príncipe del renacimiento europeo.
Sólo le bastaron un par de años para llegar a la cumbre  de la política y la diplomacia internacional. Al año siguiente, era  el mandamás del mundo occidental y  nuevamente, presidente del país más poderoso de la tierra.
Poco a poco, fue transmutando de democrático a autoritario. Su ego perdió equilibrio, potenciando la soberbia y la vanidad. Tiempo después, devino dictador. Organizó una devastadora campaña de superioridad, invadiendo países de manera preventiva, se volvió belicoso y se declaró  divino,  mandando sus ejércitos a conquistar el mundo.
Arrasó y avasalló a sangre y fuego, pueblo tras pueblo, mancilló a su gente y reinó sobre el imperio jamás creado en la tierra. Cruel e inescrupuloso; durante años fue el dios y el azote para la humanidad.
Una mañana luminosa mandó incendiar la ciudad, volándola parcialmente.
Mientras  ardía, él clon se suicidó.
Para muchos, hacía  tiempo que había enloquecido.



                              Del libro de Hugo Peyrachia-"La Ruta del Elefante"-Ed. "Las Tres Lagunas"-2010
                                                        -TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS-

viernes, 4 de enero de 2013

TRANSMUTACIÓN

 

 

TRANSMUTACIÓN



El menor descuido de la madre y el niño llegó al mismo borde  de su corto destino, y sin darse cuenta lo traspasó.
Un rústico bebedero  no lejos de la casa resultó el elixir de la vida para el ganado, y  paradójicamente, una trampa mortal para aquella familia dedicada a quehaceres  rurales en una chacra más de la inmensa pampa Argentina.
El velatorio de tan desdichado angelito fue improvisado en la misma casa, entre la oscuridad y el silencio más espantoso de aquella fría noche de agosto. Sólo unos pocos presentes comentaban sobre la fatalidad y la desgracia ensañadas  con aquella familia y aquel niño, que yacía ahora su sueño eterno.
A media mañana, la carroza fúnebre llegó desde el pueblo cercano tirada por cuatro caballos  que hacían la escena imponente; obedeciendo  las órdenes del cochero vestido del negro más riguroso y formales guantes blancos; tan bancos como el ataúd,  los caballos y la carroza.
Se dice aún hoy en la población cercana que cuando los jóvenes padres, apesadumbrados, volvieron a la chacra hallaron un magnífico cisne blanco. Ave algo rara para la región, señalaron  algunos lugareños. Los padres, entonces, creyeron ver al niño en el cisne blanco.  Otros,  señalaron a dios, omnipresente.
La primavera llegó, el cisne blanco voló y jamás  regresó. Lo hallaron muerto en una laguna cercana.
Pasaron los meses y un nuevo niño llegó a la desdichada familia: Nació alado, como si fuera un ave de plumas blancas. Cuando el niño cumplió 10 años, voló hacia el cielo.
Hoy,  en el lugar donde nació y murió aquel niño, se levanta el  santuario del “Niño Ave” como se lo conoció,   y miles de peregrinos llegan cada año para conocer el lugar donde un 21 de septiembre, el niño ave transmutó en ángel.


                                      Del libro de relatos: "La Ruta del Elefante"
                                      de Hugo Peyrachia.
                                      Editorial-Las Tres Lagunas-Junín-BA. 2010

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