Cuento Tipo Expedientes X
Cuando
la policía llegó a la escena, el famoso mentalista Dr. Craig llevaba horas muerto
en su departamento.
Consultados
algunos vecinos por el oficial de homicidios, todos señalaron que no oyeron ni vieron nada
sospechoso que podría relacionarse con el caso. Por otra parte, si, convinieron
que el Dr.Craig recibía personas a las
que les indicaba con exactitud la fecha
de su muerte y en algunos casos, hasta
sus causas.
Ante
estos relatos, la policía recurrió a su División de casos
especiales, también conocida como
de “Expedientes X” o casos paranormales.
El
Inspector Edison y su colaborador Jaco, no tardaron en aparecer en el sitio del crimen.
Es
más, Edison conocía al mentalista y
hasta había leído algunos de los libros del
Dr. Craig; donde explicaba casos
que interesaron a Edison, debido a que contenían un alto componente
paranormal. En uno de los libros, titulado: “Memorias de un Mentalista” Craig,
cuenta, como llegó a conocer con precisión la fecha exacta de defunción de
cualquier persona y que el error, si lo había, no podía pasar de un par de
días, es decir, que el hecho debía
ocurrir fatalmente dentro de la semana. En el mismo, además, relata como en sus
largas jornadas en salas de terapia
intensiva de grandes nosocomios, había llegado a ver con claridad meridiana la
muerte dibujada en los rostros de los desahuciados y, poco a poco, en
esas líneas fue entreviendo claramente
la señal de la enfermedad terminal, de la fatiga crónica, de la depresión y de
la locura, que no llevan más que a la
muerte de sólo cuatro formas: 1-Natural, consecuencia directa de una enfermedad 2-Suicidio, 3-Accidentes múltiples
y 4-Violencia, señaló. Con el tiempo,
remarcó, las señales se fueron haciendo
claras en individuos jóvenes, pero que estos últimos eran de consultar raramente.
La
gente que llegaba a su extraño
consultorio, eran, generalmente, personas adultas que en la mayoría de los
casos superaban los setenta años.
Pero
cualquier mortal no deja de preguntarse ¿por qué?, ¿para qué?, qué razón tendría alguien para querer conocer tal
nefasta fecha que podría, sobremanera, afectar su calidad de vida.
Pero releyendo los libros que el famoso mentalista escribió, donde manifiesta
razones y hasta exalta la muerte
como una gracia, una especie de revolución,
salvación, liberación de las penurias
mundanas; profusas en situaciones difíciles y hasta imposibles de
sobrellevar, como enfermedades en diferentes grados de afectación, tanto mentales como físicas, dolores incontrolables que ni
siquiera responden a la más alta dosis de morfina. Accidentes, que literalmente, dislocan el cuerpo o lo
atrofian para siempre. También la mente suele fallar, generando situaciones muy penosas mientras el
cuerpo se mantiene relativamente sano.
En otro orden, también se verifican consultas de uno de los cónyuges. Temas relacionados con la herencia, conductores de servicios
públicos, pilotos de aviación, fuerzas
de seguridad, delincuentes profesionales y
muchos otros casos de los más variados tipos. Lo cierto, parece ser, que
al Dr. Craig no le faltaban pacientes o
clientes, o quizás héroes, intrépidos, suicidas, curiosos; ¿quién sabe cómo
denominarlos?
Edison,
ordenó a su ayudante Jaco las fotografías de rigor y condujo el cadáver a la
morgue local. Le intrigaba la fecha y hora de la muerte, pues el occiso tenía
rigidez cadavérica, que de hecho, señalaba un deceso de más de 24 horas. Pero
el interés especial residía en su cerebro, el volumen del mismo y la calidad de
la materia gris, por lo que ordenaría
su conservación en formol y
disección en finas capas para un estudio posterior de la corteza y su ulterior desecación, para integrar al fichero de miles de cerebros de individuos calificados
como extraordinarios y también, de
anormales, en cuanto a la conducta psíquica y social, afectados por
ciertas enfermedades mentales.
Después
revisó el escritorio del “mentalista” y buscó en su archivo. Pero fue en lo profundo del disco rígido de su
computadora donde halló el listado de los consultantes, y llamó la atención a Edison que Craig figuraba
último en la interminable lista. También, descubrió en ella nombres de
personajes antiguos, ya desaparecidos, y
actuales, de la política, del
deporte, magnates de la industria y las finanzas. Se sorprendió con los largos
listados de titulares de pólizas de compañías de seguros de vida, que quizás buscaban contrarrestar el expendio de las mismas con intención
manifiesta.
Evidentemente
que Craig conocía la fecha y hora de su
final, pero de las causas, o mecanismos
que la desencadenarían, sólo había letras mayúsculas que luego entendí
significaban: “Natural”, “Accidente”, “Suicidio” o “Violencia”; letras que se cruzaban todo el tiempo a lo
largo de las interminables víctimas de la paranoia de este hombre, a tal punto,
que las iniciales N-A-S-V. se repetían como los cuatro nucléotidos en el ADN,
que paradójicamente, hilvanan la vida;
A-C-G-T ( Adenina, Cianina, Guanina y Timina).
EL
cadáver de Craig, abierto de extremo a extremo, no indicó nada más allá de una
muerte súbita por paro cardiorrespiratorio.. Los medios, por otro lado,
insistían en que Craig tenía serios problemas económicos, deudas, y que por
ellas se habría suicidado, pero la investigación policial la descartaba,
de la misma forma que su abultada cuenta bancaria. A excepción de la expresión extraña que había quedado en su rostro, implícita en
los músculos faciales del mentalista e
idéntica a las que Craig describía en sus libros, y de las fotografías de los rostros de sus atribulados nominados.
Edison,
dedujo un extraño caso de revelación,
donde Craig hablaba a diario con
la muerte, que habría conocido en
aquellas frías salas de moribundos en clínicas y hospitales públicos.
Aquella
figura que capciosamente relacionamos con la calavera y la guadaña, de capa negra y que, al parecer, informó a Craig
de su fatídica fecha.
El
mentalista, entonces, murió de miedo un día antes.
Hugo
Peyrachia:”ENIGMAS”.