CUANDO LA
HISTORIA
Un día, hace
mucho tiempo, allí en la vieja estación LEONES del ferrocarril
Mitre.-FCGBM-cuyas siglas florecieron
durante el siglo pasado, detenida frente a mí, la última locomotora a
vapor a punto de ser superada por la época. Totalmente renegrida, de trocha
ancha. Portaba carbonera corta y nada
más.
Llovía
lentamente esa tarde de octubre de los primeros años
sesenta.
Recuerdo, que
llevaba una lona enrollada a la altura de la cabina como único cierre de la
misma.
Seguramente, seguiría viaje a los talleres de Córdoba; tal
vez, para ser desguasada.
Habían pasado
cien años y seguramente cansada de trabajar sería hora de que tomase un descanso.
La misma sería
reemplazada por las clásicas locomotoras diesel-eléctricas norteamericanas.
Desde el principio de la década
ellas impulsaron a diario el
“Rayo de Sol” a Buenos Aires que pasaba por aquí a la 1 de la madrugada o del
Serrano que volvía a Córdoba llegando a
las 13 Hs. Cuánta gente vio pasar esta
vieja estación Leones, con su cartel indicativo y su reloj gigante en el
andén estucado y su campana en el sector
este que ordenaba la salida de los
trenes que sólo se detenían 10 minutos. La misma campana que toco por ultima vez el inglés Behrens jefe de la estación,
cuando Diógenes Hernández repeliendo sus
fallidos disparos, acertó mortalmente y el funcionario falleció allí en el
banco que aún persiste en el lugar, testigo mudo de la historia, aun cuando la
estación ya casi no registra movimiento
salvo el paso expreso de los trenes cargueros que llevan soja al puerto de Rosario.
Cuántas historias, cuantas partidas y arribos,
de aquella multitud anónima de saco y corbata con sombrero de fieltro y enormes
valijas de cartón marrón. El saludo a los jóvenes concriptos que partían al llamado
de la patria. Tanques y soldados, en el levantamiento militar al Gral. Perón del 55 y hasta circos
como Búfalo Bill . Cuántas esperanzas, cuántas tristezas, cuántas esperas y
cuantas palabras perdidas en el lugar y en los albores del tiempo; es cuando la historia duele en el alma.
Hugo Peyrach.
10 de Noviembre.
de 2013.