EL 13N
Por Hugo Peyrach.
Recuerdo muy bien los dos
atentados a la comunidad israelita en Buenos Aires-Argentina. En ambos casos, todo parece indicar que fueron represalias
por acciones de nuestros funcionarios
de turno, en aquel momento Carlos Menen y Cia., que quería a toda costa pertenecer al
primer mundo y entonces se alistó en consonancia con la política internacional
norteamericana, que lo llevó a participar, aunque sea mínimamente, de la guerra
en el Golfo Pérsico, enviando al teatro de operaciones una fragata y una
corbeta argentina. A partir de aquí es bastante
lógico imaginar los hechos que sobrevendrían,
tal el compromiso con los EE UU, que evidentemente Menen tenía desde
dos puntos de vista. En primer lugar, si las cosas se ponían mal con la economía
local podría pedirle dólares al fondo
monetario o al banco mundial con el consentimiento norteamericano, y segundo, que enamorado de la tecnología pueda que le tiraran algún hueso que ya no le sirviera a los americanos del norte por obsoleto o por estar fuera de los parámetros internacionales de medio ambiente. El resultado, fue más
deuda externa y casi nada desde lo tecnológico, al contrario, lo obligaron a
desmantelar el proyecto misilístico Cóndor II, aunque también, iluso, pues nunca
funcionaría si no de la mano de la
tecnología central. Al final, más de un
centenar de jóvenes argentinos, si
sumamos ambos atentados, pagaron los disparates de nuestra conducción externa.
Lo increíble, es que ni los familiares de los afectados, directamente, ni la ciudadanía, indirectamente, nunca se lo demandaron y es más, el pueblo, casi no
se dio cuenta; Menen fue reelegido en 1995. Ni los costosos servicios de
inteligencia, ni la justicia se dieron por aludidas, para el caso, o los casos,
directamente e indirectamente, incompetentes.
Toda esta historia trágica se
repite una y otra vez. Ahora, en París. Es
patético escuchar al primer mandatario francés Hollande, poner las cosas como
si él y su gobierno no tendrían nada que ver con los atentados. Semanas atrás,
su fuerza aérea bajo su control directo estaba bombardeando en Siria, por la cual lucha una fracción
Islámica, tratando de apoderarse militar y políticamente de ese país. Baya uno
a saber por qué el gobierno Francés debe participar militarmente en la lejana
Siria, aunque lo sospecho. Francia está entre los primeros países en la
fabricación de armas; y a las mismas hay que ensayarlas y venderlas.Además, Siria vendería petróleo barato bajo un gobierno pro occidental, lo que sería difícil bajo un gobierno de corte musulmán o islámico. Las acciones contra Siria conllevan un altísimo costo a cargo de los
ciudadanos franceses, en dinero y en vidas, ya que los aviones deben ser
reaprovisionados en el aire. Así las cosas, esto es muy sencillo y hasta obvio,
si atacas a otro país militarmente debes, ante todo, prepararte para eventuales represalias, para eso los servicios secretos y
las fuerzas de seguridad, que evidentemente ni se enteraron y por otro carril, advertir a la población de acciones
y reacciones, pero, como temen
oposiciones populares nada informan, todo es secreto. Ahora se comportan como víctimas. Hace un par de años vimos la repetición de los hechos
argentinos en España, cuando por ambición de un poco de petróleo barato, José M.Aznar cometió el mismo error y ocurrió
lo de la estación de trenes de Atocha.
Lo mismo con Londres y con Rusia(A321),
pero a menor escala, aquí la seguridad
interna tiene otro nivel, pero las Torres Gemelas en Nueva York nos recuerdan que hasta los
más listos, se les escapa la liebre.
Ensayo de Hugo Peyrach.
15 de Noviembre de 2015
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