EL CLON
Los diarios en la web propagaron a toda velocidad la noticia. Había nacido el primer clon avalado por un estado oficial.
Aquel estado, toda una potencia para la época, era el paradigma democrático del mundo, para algunos el bien, que de vez en cuando tenía momentos retrógrados y entonces su afán imperialista salía a la superficie.
Quizás éste, haya sido uno de esos momentos.
Hasta el presente la clonación humana había sido prohibida por el derecho internacional, pero la posibilidad cierta de que los estados del otro medio mundo (ejes del mal, a decir del primero) pudieran sacar ventajas de tal tecnología, decidieron, aprobar el proyecto y blanquear los experimentos que venían desarrollándose desde hacía tiempo. Así fue, que quedó permitido lo que la ley internacional prohibió por una cuestión ética durante años.
El núcleo de una célula de tejido óseo de un reconocido político asesinado en la década del sesenta, fue elegido tras un riguroso trabajo de selección; donde los requisitos excluían a cientos de posibles candidatos.
Sus genes, lo reproducirían exactamente, no así su parte cognoscitiva e intelectual, que el mismo estado se encargaría de formar y controlar.
La madre portadora, sería una mujer de 20 años, blanca, escogida entre miles de voluntarias.
Parte del mundo protestó por todos los medios, aún en los foros internacionales, pero el estado creador utilizó su poder de veto, neutralizando las críticas y razones.
Los sectores “anticlonación”, argumentaron que el mundo ya había visto un intento de crear una raza superior en la primera mitad de siglo xx. Adolfo Hitler, hacedor de un estado totalitario, tomó del filósofo Nietzsche que el hombre superior o superhombre era posible, en tanto fuese impetuoso, impío y ateo. Así fue cómo a los alemanes se les inculcó la superioridad racial.
Luego, enarbolando la ley natural del más fuerte podría conquistar el mundo. Sectores sociales considerados inferiores, grupos étnicos, religiosos, minorías, fueron eliminados sistemáticamente.
VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS.
El clon, salía de la Universidad enriquecido con las disciplinas más diversas; leyes, ciencias, artes, idiomas; como si se tratara de un príncipe del renacimiento europeo.
Sólo le bastaron un par de años para llegar a la cumbre de la política y la diplomacia internacional. Al año siguiente, era el mandamás del mundo occidental y nuevamente, presidente del país más poderoso de la tierra.
Poco a poco, fue transmutando de democrático a autoritario. Su ego perdió equilibrio, potenciando la soberbia y la vanidad. Tiempo después, devino dictador. Organizó una devastadora campaña de superioridad, invadiendo países de manera preventiva, se volvió belicoso y se declaró divino, mandando sus ejércitos a conquistar el mundo.
Arrasó y avasalló a sangre y fuego, pueblo tras pueblo, mancilló a su gente y reinó sobre el imperio jamás creado en la tierra. Cruel e inescrupuloso; durante años fue el dios y el azote para la humanidad.
Una mañana luminosa mandó incendiar la ciudad, volándola parcialmente.
Mientras ardía, él clon se suicidó.
Para muchos, hacía tiempo que había enloquecido.
Del libro de Hugo Peyrachia-"La Ruta del Elefante"-Ed. "Las Tres Lagunas"-2010
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