EL HERMITAÑO.
Joaquín, cumpliría su tercer año encerrado entre las cuatro paredes de su habitación, en la parte superior del dúplex de sus padres.
Habiendo concluido el ciclo básico unificado, Joaquín se negó a proseguir la escuela, ya que la misma no satisfacía su interés por las temáticas que le interesaban; además de tener que soportar a sus compañeros de curso y la estupidez e ignorancia de algunos profesores; y, que “Internet”, la red de redes, podía a diario satisfacer sus inquietudes científicas y filosóficas.
Rodeada por periféricos, su computadora era, paradójicamente, el único contacto con el mundo real. Mezcla de niño índigo y algo similar a los “Hikikomori” japoneses que se niegan a salir de sus habitaciones debido a la alta exigencia social en la formación y el trabajo. Lo cierto, es, que en ambos casos psicólogos y psiquiatras no han logrado hasta el presente resolver estos problemas.
El mundo de Joaquín pasaba por millones de “Bits” que llegaban cada segundo a su CPU, permitiéndole acceder a diversas universidades y las bibliotecas más importantes del mundo quedaban al alcance de su mouse. Podía echar un vistazo al último número de “Science” o de “Astronomy”, consultar sitios con la última literatura vinculada a la cibernética y la robótica; física cuántica, cosmología Etc. Estudiar idiomas o cursar las más variadas temáticas. Ingresar a sitios de prestigiosos institutos como el MIT, los institutos Max Planck de Alemania, la NASA, o acceder a científicos como Stephen Hawking o Joao Magueijo.
Joaquín, despertaba al mediodía, recibía una bandeja con el almuerzo y un jugo de naranjas; una merienda de té con leche y tostadas, a las 19 y otra comida a las 10 de la noche; el resto del tiempo concentraba su cerebro en diversas cuestiones científicas y filosóficas, pues hacia tiempo que había descartado la metafísica para siempre, ahora superada por las ciencias.
Había leído el relato de Hugo Peyrach, “La Máquina Fractal”, donde Atón, un microrobot humanoide ingresaba a un núcleo atómico de carbono, y, allí dentro, descubría un nuevo universo, inserto en una nueva dimensión del tipo “Fractal”; idea que lo mantenía obsesionado todo el tiempo y con ansiedad trataba de resolver la cuestión.
¿Qué causa o razón pudo haber originado el génesis de todas las cosas, de todos los tiempos? y en todo caso¿por qué? ¿para qué?.
Se había contactado con el autor del relato a su e-mail, y éste le habría contestado que Atón, era sólo producto de su imaginación, aunque había elementos curiosos que habría que investigar; cómo por ejemplo, que, si se toma un núcleo atómico y se lo fisiona en dos, se produce una intensa liberación de energía; del mismo modo que ocurriría si hipotéticamente se pudiera cortar una galaxia o el universo. Le sugirió, entonces, que le comente la idea al físico inglés, cuadripléjico, H.Hawking.
Joaquín no tardo en comunicarse con el científico británico; uno de los físicos y cosmólogos más importante de la actualidad, que al parecer le señaló que estaba estudiando la conexión entre la física cuántica, que estudia la materia en su faz micro y el cosmos, en su faz macro, de tal manera que sospechaba como sostiene la lógica dialéctica; todo estaría conectado por la ley de la “Interacción Universal”.Así como en la ley de “Unidad de los Contrarios” lo último se une a lo primero y viceversa; pero, era necesario llevarlo a un esquema matemático, de lo contrario no será mas que una simple especulación, como tantas.
Cientos de horas ocuparon a Joaquín las supuestas conexiones entre teoría cuántica y el Big Bang, que cómo se sabe, originó el universo hace 13.000 millones de años. Por el momento, nadie ha podido arribar a ninguna teoría”unificada” que satisfaga al mundo científico, llegando a la conclusión de que, tal vez, las respuestas llevarían a nuevas preguntas, pero no pudo dejar de recordar lo que Hawking le había dicho; viejas preguntas: ¿Si está allí? ¿Por qué hay algo en lugar de nada?, debe haber una razón, o al menos una explicación que todas las cosas tienen.
Un mediodía, Joaquín, saturado por la temática, decidió abandonar la búsqueda de preguntas que quizás nunca tendrán respuestas y bajó a la calle. Al intentar cruzarla, un automóvil lo atropello matándolo en el acto. Del mismo modo, nunca sabremos si fue suicidio o accidente.
Quizás, comprendió, que si éste mundo, éste universo, no tiene ningún sentido; ¿por qué habría de tenerlo él o su propia vida? .
Del libro”La Ruta del Elefante”-de Hugo Peyrachia-2010
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