miércoles, 16 de marzo de 2011


DE DONDE VIENES, HACIA DONDE IRÁS

La familia contemplaba por última vez los restos de Luís Ángel. Los pocos presentes murmuraban sobre su diente de oro, cuyo brillo escapaba por un extremo de los labios, mal pegados. Otros, señalaban una de las orejas reconstruida con una lámina de plata, cuando en un accidente automovilístico había perdido dientes, una de las orejas y una pierna, que fue subsanada con tratamiento traumatológico. Titanio y placas de acero.
En minutos sería cerrado y permanecería oculto en la oscuridad del cosmos, por lo menos durante los próximos cuarenta años, tiempo suficiente para que las moléculas de agua a razón de un litro por año, escapen de sus tejidos y del hermético ataúd en forma de vapor. Después del mismo, el cadáver deshidratado podrá tratarse como tasajo seco, triturado y envasado en una pequeña bolsa de nylon, o pomposamente en una pequeña urna de madera barnizada. El oro, la plata, el titanio y el acero, podrán recuperarse mediante un simple tamizado. Sólo quedará su historia y su obra.

Diez mil millones de años atrás.
En un recóndito lugar oscuro y helado del universo, un trillón de átomos de hidrógeno productos de los componentes primigenios del Big Bang; protones, neutrones y electrones complotaron para formar las primeras estrellas y nebulosas, desencadenando estallidos nucleares por doquier. Tanta energía, conformó el 4% de la materia conocida para dar forma a nuestra galaxia; la Vía Láctea.
Allí, en un lugar donde nada está ni lejos ni cerca de nada; en un vacío donde la nada sería mucho; un tremendo remolino de energía, radiaciones y partículas donde los primitivos átomos de hidrogeno se fusionan entre sí para formar estrellas, que el paso de millones de años transformó en un inmenso crisol nuclear, conformando primero nuevos núcleos atómicos, helio, calcio, carbono, silicio, oxígeno, hierro, uranio platino, plata y oro, para que un día, quizás, 8 mil millones de años atrás, estallar en una supernova y esparcir al cosmos los elementos ensamblados en su interior a enormes temperaturas y presiones; que enfriados en el espacio fueron atraídos por otra nube de hidrógeno que con el transcurso de millones de años, engendró nuestro sol, cuya gravedad aglomeró los materiales que aquella lejana supernova había elaborado en su interior y la gravedad de la nueva estrella los entorno a su alrededor, girando locamente fueron conformándose los planetas de nuestro sistema solar.
Pasó otro millón de años, para que todo el polvo que rotaba alrededor de la nueva estrella amarilla(sol) formara los planetas y uno de ellos, la tierra, recibiera el remanente que los meteoritos y millones de núcleos cometoides, llegados desde regiones heladas, muy lejanas, trayendo el agua que conformarían los mares y océanos y también, muy posteriormente, el 35% de Luis Ángel.
Allí en el silencio de los doscientos metros, hasta donde llega la luz en forma de energía solar, un día la vida apareció. Algunas moléculas orgánicas se combinaron y asociaron para persistir en el tiempo. Así nacieron los primeros pólipos vivos que luego originaron las primeras células sin núcleo que podían autoduplicarse, y poco después protegieron en su centro, formando las primeras células con núcleo, que posteriormente, se organizaron y especializaron para conformar la vida.
Pasaron otros millones de años de evolución, para que esos grupos celulares, elaboraran los tejidos y estos los órganos que aún persisten, conformando los primeros animales con forma de peces; que cuando la radiación ultravioleta letal para la misma fuera atenuada por la capa de ozono; las aletas se transformaron en patas y emergió del mar una nueva criatura. Un anfibio mitad pez mitad lagarto, que con el paso de lo eones, originaron los dinosaurios que hoy se hallan sepultados en esos terrenos, luego, una hecatombe a nivel planetario acabó con ellos hace sesenta millones de años y así, pudieron desarrollarse los primeros y pequeños mamíferos, no más haya que las conocidas musarañas y otros parecidos que evolucionaron en diferentes ramas, hasta conformar toda la gama de mamíferos conocidos. Luego una línea de ellos, la de los simios, llevó a la del hombre, hace unos diez millones de años. Posteriormente, el cerebro se agrandó notablemente, incrementando la cantidad de conecciones neuronales, lo que permitió el lenguaje, las civilización, la cultura y la tecnología.

Sólo quedaban segundos para que Luis Ángel, dejara para siempre el mundo de la luz. Un nuevo sacerdote perteneciente a una organización Teosófica, se acercó hasta el ataúd y mirando los ojos cerrados, dijo: Criatura del espacio y del tiempo, cuyos componentes han sido creados hace miles de millones de años, en viejas y moribundas estrellas, que generosamente esparcieron sus componentes para conformarte, miles de millones de años después e insuflarte vida. El oro de tus dientes. La plata de tu oreja, creada en el espacio lejano e infinito tiempo. El platino, elaborado en crisoles espaciales hace una infinidad; tanto como el hierro, el carbono, el calcio y el fósforo llegaros a la tierra hace eones, y que Luis Ángel obtuvo a través de los alimentos y que ahora devolverá a la tierra en forma de cenizas y vapores.
Conmocionado, el eclesiástico señaló: “Tú, hijo de las estrellas, de las cenizas estelares, de los hornos nucleares. Conserva la paz de los campos cubiertos con tréboles, de las praderas de dorado trigo. De los calmos mares, de las cumbres nevadas y de los abismos celestiales. Hijo del infinito cosmos, del infinito tiempo y del eterno principio del movimiento permanente que genera la vida y diluye la muerte.
Por último, señaló: “Eres polvo de estrellas, energía del sol, agua de los remotos cometas y de los albores del tiempo”. Descansa en la tierra, de donde has surgido.

HUGO PEYRACHIA
22 de Noviembre de 2010.
“Relatos filosóficos.”.

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